Antes
de abordar el porqué de la posible necesidad de crear una segunda marca, hemos
de recordar la gran inversión que supuso y supone la creación y mantenimiento
de la marca, (branding). Pero no es menos cierto que, inmersos en un fuerte
entorno competitivo, sobre todo en los tiempos actuales donde hay muchas marcas
ofertando y mucha confusión en el usuario, las empresas se plantean estrategias
para ganar cuotas de mercado a la competencia.
Sin
olvidar ni descuidar nunca el altísimo valor que posee la marca principal, para
ganar una mayor cuota de mercado a la competencia se plantearon diversas estrategias
posibles, entre las que una de las primeras estrategias fue la creación de las
segundas marcas. (Tengamos en mente que “segunda marca” implica una conexión,
con mayor o menor fuerza, con la primera marca, la original).
Suele
haber dos razones para la creación de una segunda marca, sobre todo en una
marca de prestigio. Una de ellas, la razón más frecuente, es el poder quitarle
participación a la competencia. La nueva marca compite con la competencia, pero
también con la propia empresa que la crea. La idea es que el impacto sea leve
en la propia empresa, y mayor en la competencia, lo cual puede hacerse posible
a través de las posibles sinergias existentes. En cualquier caso, la cuota de
mercado que capte la segunda marca sigue siendo negocio para la empresa que la
ha creado, aunque hay que jugar hábilmente con el impacto creado sobre la marca
principal. Otra razón para crear una segunda marca es cuando llega el momento
de abordar nuevos mercados.
En
este caso, puede ser aconsejable dejar la marca matriz o principal también en
el nombre de la segunda marca, o bien se puede optar por separarla por completo
de la segunda marca. En el primer caso, se establece una sinergia derivada del
prestigio de la marca, pero la marca puede quedar salpicada en caso de fracaso
de la segunda marca, y en este caso, si habíamos elegido separar ambas, se
evitaría este fracaso, pero también es cierto que en este supuesto la segunda
marca tendrá que lidiar en el mercado más en solitario.
En
cada caso, se elige la mejor aproximación al propósito perseguido, siempre
según el criterio del proveedor. Un ejemplo concreto: Cuando BMW decidió
relanzar el Mini, tras la compra de la marca original inglesa, al orientarlo al
segmento más joven de la población, aprovechó el prestigio de la marca Mini,
que había participado y ganado competiciones deportivas en la década de los 60
y 70 del pasado siglo. Pero, muy hábilmente, aunque se aprovechaba el tirón del
prestigio del Mini como marca, el coche se vendía en los concesionarios
oficiales de BMW. La marca era Mini, pero digamos que detrás estaba toda una gran
BMW. Esta es una forma de abordar el mercado, aunque en este caso concreto no
se trata de la creación en sí de una segunda marca, sino de la comercialización
de una marca adquirida a un tercero. (Al comprarla y ponerle bajo la tutela de
la marca principal, se convierte en una segunda marca).
Sin
embargo, el prestigio de las marcas de lujo muchas veces aconseja tener en
cuenta que, aunque sea para abordar nuevas parcelas de mercado, el prestigio de
la marca es insustituible.
Por
esta razón, Mercedes Benz lanzó el Clase A, un modelo de gama mucho más baja de
lo habitualmente ofrecido por Mercedes. Pero tuvo la feliz idea de hacer un
coche totalmente diferente, dirigido a un segmento muy concreto, para no
interferir en la imagen de lujo de la marca, que era sólo de coches grandes,
aunque incluso había hecho una pasada incursión en coches medios con el Clase
C.
El
Clase A era tan diferente que logró el propósito de Mercedes de situarlo como
un coche práctico, monovolumen pequeño, muy adecuado y práctico para, por
ejemplo, recoger los niños del colegio o realizar la compra las parejas
jóvenes. El coche seguía siendo un
Mercedes, y además era práctico y adecuado para su función concreta.
BMW,
que aparte de imagen de lujo estaba catalogada como marca de coches deportivos,
ya tenía desde hace más tiempo su Serie 3, pero les parecía poco lógico un
coche más pequeño en la marca, por lo que optó por una táctica diferente: creó
el Compact, que era como un Serie 3 recortado. Una vez aceptado el Compact por
los clientes de la marca, BMW ya no tuvo problemas en lanzar la Serie 1, en la
gama más baja de su oferta, como ocurrió con Mercedes con la Clase A. (Aunque
el mercado objetivo y la orientación de ambas marcas fueron muy diferentes con
el modelo bajo de la gama en cada caso).
La
estrategia opuesta podemos encontrarla en marcas con prestigio pero en las
gamas más normales o medias. Para entrar en segmentos de lujo, (a la inversa
que las anteriores, realizando el cambio en este caso escalando hacia arriba).
Un buen ejemplo es el de Toyota,
que al desear entrar en segmentos superiores, creó una marca de lujo: Lexus.
Es
verdad que no son muchas las personas que saben que Lexus es de Toyota, (decir
que Lexus es una segunda marca de Toyota puede resultar raro, pero es así), pero
ni falta que les hace, dese el punto de vista de la estrategia de la marca.
Porque lo que sí es cierto es que la mayoría de las personas sí que saben que
Lexus es una marca de lujo. Objetivo conseguido, y como marcas separadas.
¿Cuál
es la mejor estrategia? Está claro que ambas han funcionado. En el caso de una
marca de prestigio, es muy bueno aprovechar el nombre de la marca para abordar
otros segmentos, aunque sean inferiores, si se hace con inteligencia. En el
caso de una marca, buena en calidad, pero más generalista, fue un acierto crear
una marca de lujo. En el caso concreto de Toyota ha sido más fácil, ya que
Toyota siempre ha estado muy comprometida con la calidad, y es conocida por su
Lean SixSigma, como base de un prestigio sólido de calidad. Posiblemente a
consecuencia de su éxito, otros fabricantes han seguido sus pasos, como el
Infiniti, que es la marca de lujo de la Nissan.
Podríamos
seguir con muchos mas ejemplos, como el de Vega Sicilia, entre los vinos de más
lujo y calidad del mundo, y la marca Valbuena, que son vinos de muy alta
calidad, pero no llegan al prestigio del Vega Sicilia. Valbuena no es
exactamente una segunda marca, sino otra línea de productos de alta calidad de
la bodega, en la cual Vega Sicilia ocupa el lugar de mayor prestigio.
En
el Blog anterior vimos con gran detalle cuándo es conveniente para una empresa
la creación de una marca blanca. La marca blanca es una estrategia “parecida” y
diferente a la creación de una segunda marca. Parecida, en el sentido de que se
introduce un nuevo competidor al mercado. Diferente, y muy diferente, porque
esa marca blanca es creada generalmente por las empresas distribuidoras en la
mayor parte de los casos. Dicho de otro modo, es el propio canal que vende las
marcas de los demás, (los hipermercados, supermercados…), el que crea una marca
propia, en muchos casos encargándosela generalmente a las propias marcas
originales que ya están distribuyendo, con lo que pretenden asegurar la
calidad. El nombre de marca blanca, que se ha quedado para siempre, proviene de
que los envases originales eran de ese color, blancos y simples en su
presentación, en los inicios de la creación de las mismas.
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