A pesar de los enfoques que
suelen dársele en muchas ocasiones, lo cierto es que el marketing se sustenta a
través de las relaciones. Todo lo demás ha de girar en torno a la premisa de
que sin unas relaciones correctas el marketing no sería más que una serie de
mensajes, posiblemente vacíos o sin retorno.
Aceptando esta premisa, y
tratando de que las relaciones en el marketing sean realmente fructíferas,
además de otras recomendaciones de calado, como las de mi post del 11 de
Septiembre pasado, relativo a la educación en el marketing y las listas Opt-In
y Opt-Out, en este post voy a tratar de reforzar algunos conceptos que, por lo
frecuente de su ausencia, se diría que no se conocen. Y en este caso me voy a
centrar en algo tan importante como es el uso, que no abuso, del teléfono móvil
en las relaciones profesionales. Podría ser aplicable todo lo que expongo aquí
al terreno particular, pero este Blog está dedicado al marketing.
Sabemos que el teléfono móvil es
una parte importante en nuestro trabajo, y sabemos que una de sus principales
virtudes es la de tenernos conectados continuamente, algo impensable hace unos
cuantos años, cuando había que buscar un teléfono fijo donde fuese para poderse
comunicar. Ahora bien, “estar permanentemente comunicado” no significa hacer
uso abusivo de este dispositivo.
Cuando estamos en una reunión, y
como reunión se engloba a todo tipo de contacto profesional presencial, sea en
una oficina, un restaurante, o donde sea, el teléfono móvil debe estar apagado
o, mejor aún, ausente. Esa costumbre tan arraigada de ver en las reuniones y en
las comidas de trabajo el móvil encendido y encima de la mesa
es la peor de las costumbres. El móvil debe estar oculto, en el maletín o en el
bolsillo, y apagado o sólo en modo vibración en caso de estar esperando una
llamada. Si estamos esperando una llamada importante, hay que avisarlo a las
demás personas que estén reunidas con nosotros, ponerlo en modo vibrador y en
caso de recibirse una llamada, pedir permiso y salir fuera para contestar. Y
hacerlo rápidamente, para volver al lugar. También conviene silenciar las
notificaciones para no interrumpir la reunión o comida. Piensa que ponerse a
contestar o enviar correos o WhatsApp mientras se está reunido no te hace que
parezcas más ocupado o más importante, sino que es una gran falta de educación.
Está tan extendido hacerlo que parece que estoy escribiendo algo
desproporcionado. Cuando te has reunido es porque es necesario y, además de tu
tiempo, está en juego el tiempo de las otras personas con las que te has
reunido. Y el tiempo es valioso para todos. Repito: el que esté muy extendido
no quita para que hacer estas cosas sean una terrible falta de educación y de
mal gusto.
Si alguna vez te ha tocado
reunirte o quedar a comer por negocios y ver como el otro sostiene su teléfono con
una mano, mientras usa la otra para comer o escribir, según sea al caso. ¿Crees
que le está dando importancia a su compañero de mesa o de reunión, o realmente
le está ignorando? Y esa horrorosa frase de “tú sigue hablando, que yo te
escucho” mientras no paran de leer mensajes en su móvil. Creo que si lo has
vivido en primera persona, no te habrá gustado. ¡Pues no lo hagas tú! Muchas
ocasiones se han perdido por estos comportamientos, y no sirve el decir que
todos lo hacen.
Voy a extender más las
limitaciones de uso del móvil. Algunas normas parecen muy lógicas, como no
usarlos en espectáculos, (cines, teatros, ceremonias, conferencias), y aún así
muchos lo hacen. Pero es que la falta de respeto continúa en otras situaciones
publicas, como en un ascensor o en transporte público. Si no es importante o
urgente, el uso en esos sitios lleva a un ambiente ruidoso e inapropiado, si
estamos con gente desconocida, y peor aún si se trata de gente conocida pero
que está con nosotros en esas circunstancias. El transporte ocasional, como es
el caso del ascensor, por ejemplo, hasta llegar con nuestro interlocutor al
lugar de la reunión o comida, sigue siendo parte de la reunión, por lo que el
móvil no debe ser atendido, salvo urgencias.
Por las mismas razones, no se
debe estar consultando constantemente el móvil. Si es necesario hacerlo, se
pueden revisar las llamadas perdidas o mensajes con cierta periodicidad, pero
es mejor hacerlo en las pausas o bien saliendo fuera del recinto o sala durante
un momento para hacer estas operaciones. De esta forma no darás la impresión de
ignorar a las personas con las se está reunido.
Sólo saliendo fuera, o
apartándose a un rincón de la sala o restaurante, tras haber pedido permiso a
las otras personas, será posible atender a las llamadas más urgentes, siendo
muy breve, siendo la mejor opción decir al que llama que le devolverás la
llamada tan pronto te sea posible. Además de estas normas, recuerda que hay que
hablar con un tono y volumen adecuado, ya que a los demás no les interesa lo
que hablas. Si existe baja cobertura
y no se oye bien, no elevar la voz estando con otras personas. Es mejor
disculparse y llamar desde otro lugar o momento con más cobertura, en lugar de
gritar. Aunque son costumbres de las que apenas suelen darse cuenta las
personas que lo hacen, es conveniente evitar gesticular mientras se habla por
el teléfono. Para asuntos laborales no utilizar tonos inapropiados o de mal
gusto. En muchas ocasiones puede causar una mala impresión, o molestar a otras
personas. Por supuesto, evitar siempre los temas privados o personales
en las conversaciones en una reunión.
Independientemente de las
reuniones, al llamar primero saluda a la persona llamada, y pregúntale si tiene
algunos minutos para poder hablar, sin molestarle, y así saber que te va a
poder dedicar el máximo de atención. Tampoco llames por asuntos de trabajo
fuera de los horarios habituales de oficina y, ya en otro orden de cosas, otra
cosa de mal gusto es la insistencia. Si estás realizando una llamada y no la
cogen, no hay que repetirla enseguida. Posiblemente no han contestado por no
encontrarse en el sitio o el momento más oportunos. Cuando la persona revise su
móvil, ya se pondrá en contacto contigo. La insistencia puede ser
malinterpretada.
Con el móvil suele haber más relajación
de las personas en la devolución de las llamadas. En el entorno de los negocios
esto no es adecuado. Se deben devolver todas sus llamadas, igual que las
recibidas en el teléfono del despacho, so pena de causar mala impresión o de perder
algunas oportunidades. Muchas personas olvidan que el móvil empresarial es una
herramienta más de la empresa, pudiéndonos aportar o restar imagen no solamente
a nosotros, sino a la empresa.
Si en un marketing correcto se
debe causar siempre buena impresión, nunca dejemos que el teléfono móvil pueda
llegar a estropear la imagen que nosotros, y nuestra empresa, debe dar siempre.
El protocolo no es una elección, es una obligación.
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