Según Philip Kotler (considerado
generalmente como el padre del marketing) el marketing es “el proceso social y administrativo por el cual
los grupos e individuos satisfacen sus necesidades al crear e intercambiar
bienes y servicios”.
El entorno donde se mueve este
proceso de intercambio se denomina el mercado, y dentro del mismo se encuentran
los dos factores del intercambio, cuya denominación técnica responde a los
términos de demanda, para la parte que requiere de los productos o
servicios para satisfacer sus necesidades, y al término de oferta para la parte
capaz de satisfacerlas.
En definitiva, las personas
tienen necesidad de cosas, (productos, servicios, ideas) cuyo logro supone una
mejora de su vida sea en el entorno particular como en el profesional.
En consecuencia, las empresas se
constituyen con el fin primario de proveer las soluciones, servicios o
productos para satisfacer esas necesidades detectadas en las
personas o entidades, mediante un proceso que se denomina intercambio. El
intercambio ha evolucionado a lo largo del tiempo, desde el trueque utilizado
en la antigüedad, donde se cambiaba directamente algo que alguien tiene y otro
desea tener, por otro bien que uno necesitaba y el otro poseía y lo podía
ceder, hasta la actualidad en el que el sistema de intercambio puede incluir
productos, servicios o, sobre todo, dinero, para el logro del intercambio,
siendo generalmente este último el más frecuente.
Esto nos lleva a que la labor del
marketing, desde un punto de vista teórico y puro, es la consecución del
beneficio para ambas partes, la empresa proveedora y el usuario o consumidor.
Claro que, en realidad existen
dos formas o enfoques diferentes de abordar el mercado: el enfoque de oferta y
el enfoque hacia la demanda. En el primero, el proveedor o fabricante pone
productos o servicios en el mercado e intenta venderlos. En el segundo enfoque
se recogen las necesidades existentes en el mercado, a través de una
investigación o estudio de la demanda, creando posteriormente productos que
satisfagan las necesidades detectadas en el mercado.
Esto podría llevarnos a una
aparente paradoja: el enfoque de oferta no se ajustaría al principio del
marketing de que “las necesidades no se crean, las necesidades existen, y el
marketing simplemente las identifica y las satisface”. Parece obvio que cuando
hablamos de que en el enfoque de oferta se pone un producto o servicio en el
mercado, esperando que el consumidor lo adquiera, previamente se ha detectado
una necesidad latente. Nadie pondría en marcha una maquinaria productiva para
ofrecer algo que no fuese a tener demanda. Lo que ocurre es que en el enfoque
de oferta, muy válido en entornos emergentes, la necesidad latente puede estar
oculta y el proveedor la da a conocer, como fue el caso del teléfono móvil, por
ejemplo. No es que se creara una necesidad, sino que la necesidad ya existía,
al tener que acudir las personas a una cafetería o a una cabina pública cuando
una persona había de llamar y no estaba en casa ni en el trabajo.
Esto era un claro indicio de que
sería muy útil poder llevar el medio de comunicación lo más cerca posible. En
vez de hacer muchas más cabinas telefónicas, la solución más lógica parecería
que fuera llevar el teléfono encima. Lo que era algo inconcebible en aquellos
momentos, (de hecho, los primero “móviles” eran aparatos pesados y con largas
antenas desplegables y corto alcance), llegó a hacerse realidad una vez que la
necesidad se hizo patente con mayor claridad. Ejemplos de este tipo, podrían
ponerse muchos. El marketing debe detectar necesidades y su
función estriba en decirle a la empresa que hay una necesidad concreta no satisfecha
en el mercado.
En definitiva, el marketing tiene
como objetivo principal favorecer el intercambio entre dos partes de forma que
ambas resulten beneficiadas. Según Kotler, se entiende por intercambio “el acto
de obtener un producto deseado de otra persona, ofreciéndole algo a cambio”.
Esto implica la existencia de al
menos dos partes, las cuales deben poseer algo que suponga valor para la otra,
que ambas partes crean que es apropiado dicho intercambio, que sepan comunicarse, y que se sientan libres de
aceptar o rechazar lo ofrecido.
El marketing debe estar
capacitado para posicionar una marca, producto o servicio en la mente del
consumidor, partiendo de las necesidades del mismo. De esta forma, el marketing
empresarial se encarga de hacer que la empresa sea conocida por los potenciales
usuarios, así como sus productos o servicios.
El marketing proporciona las
pautas de actuación para la actividad de la empresa, partiendo de la
identificación el mercado. Este marco de actuación incluye un conocimiento
total con base a diversos pasos o etapas. Estos son:
· Conocimiento del mercado total existente,
identificando de la forma más completa posible la demanda, así como también la
oferta que esté presente y activa en dicho mercado.
· Segmentación del mercado, que es el
proceso de disgregación del mercado según el tipo de consumidor, creando grupos
con los que poseen necesidades parecidas.
· Determinación del mercado objetivo, donde
la empresa, una vez desagregado el mercado, elige en cual o cuales de estos
grupos quiere o puede estar presente para satisfacer ese tipo de demanda.
En consecuencia, una vez
realizados los pasos anteriores, la empresa identificará las necesidades
u oportunidades existentes en el mercado, para satisfacerlas, una vez
identificados también a los competidores en términos de tamaño, crecimiento,
número, calidad y rentabilidad.
Puede darse el caso de que se
detecte que un determinado grupo de necesidades no estén cubiertas, pero el escaso
tamaño crítico de la demanda no haga rentable abordar esa parcela. O bien, en
términos de crecimiento, si la parcela está estancada tal vez no merezca la
pena enfocarla como objetivo a lograr.
Por otra parte, el número de los
competidores puede hacer abordable o inabordable esa parcela concreta, o bien
puede ser abordable o inabordable en razón de su calidad. Si la oferta de la competencia
en esa parcela es de baja calidad, podemos intentar entrar en liza ofreciendo
mejor calidad. Lo contrario podría ser un elemento disuasorio para abordar la
parcela analizada.
Algo similar ocurre con la
rentabilidad, incluso en mayor grado. Es decir, puede haber un hueco en esa
parcela de mercado, el tamaño puede ser apropiado, y los competidores
asequibles, pero nos encontramos con un entorno de baja rentabilidad.
Posiblemente sería lo mejor, o lo más aconsejable, no entrar en esta parcela
concreta y buscar otra que produzca mayor rentabilidad.
Una vez analizado, tras los
estudios y actividades previas, y que la empresa ha elegido su parcela de
mercado, el marketing deberá sugerir el diseño del producto a suministrar a los
usuarios, y debe ser quién proponga el precio más conveniente al mismo, el cual
deberá asignarse apoyándose en el estudio previo de costes, en la realidad de
la identificación de las necesidades, y en función de la competencia existente.
El marketing es muy interesante y
es una de las actividades más complejas que existen en una empresa. Por ello
nunca debe descuidarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario