Existe poca, poquísima, cultura
de marketing, incluso en empresas grandes. Por razones lógicas de prudencia, y
a pesar de mi larga experiencia con todo tipo de empresas, no voy a nombrar
empresas grandes que han entrado, y más de una vez, en el error de recortar
justo de donde no se debe, (no se puede, sería mejor decir). Pero lo hacen, y
por tanto se puede, pero perjudicando seriamente al negocio.
A muchos puede parecerles rara la
entrada de este post, porque todo el mundo sabe de marketing. ¿Sabe? Todos
hablamos de marketing, pero otra cosa bien distinta es saber de que se trata y
tener especialistas en la empresa.
Si entendemos el marketing como
se debe, hemos de constatar que el marketing es algo más que una disciplina,
más que una materia y, por supuesto, más que un departamento empresarial. El
marketing es una filosofía, y ello quiere decir que engloba unas pautas de
actuación o conducta. Por esa razón el marketing no debe ser cosa de un
departamento de marketing aislado, como tal, sino que hay que imprimir
en toda
la empresa una cultura de marketing.
Actualmente, lo que está de
moda es el marketing en Redes Sociales y parecería que hablar de marketing
tradicional es anticuado. Pero eso es falso, ya que cualquier enfoque
de marketing finalmente se apoyará en las 4 P, en los estudios de mercado,
en el marketing mix, en definitiva, en los planes de marketing. En este punto
la pregunta a realizarnos es si el marketing tradicional está fuera de lugar,
si tenemos en cuenta los diferentes conceptos (enfoques) de marketing, que
utilizamos en nuestro lenguaje habitual. (Marketing tradicional, emocional,
intelectual, relacional, participativo, viral, participativo y de permiso).
Todos son el mismo marketing, salvo el enfoque elegido para aplicarlo.
Y a pesar de lo que pueda
comentarse en otros tratados de marketing, yo digo que el marketing tradicional
sigue vivo. Podremos utilizar los enfoques que queramos en la empresa, pero el
marketing tradicional describió unas
normas en sus inicios que son las
normas que rigen el marketing emprsarial, sea cual sea el enfoque
utilizado.
Es como el automóvil, que sea
cual sea el grado de avance al que hayamos llegado, lo tradicional es que tenga
ruedas, dirección, motor, caja de cambios y un lugar de conducción. Que el
motor sea eléctrico y que no contamine apenas, que tenga muchas ayudas a la
conducción y diversos añadidos para mejorar la seguridad son avances que no
excluyen que las partes necesarias de un automóvil descritas sean las
tradicionales.
A ello hemos de añadirle el hecho
de que todavía, en plena era 2.0/3.0, los anuncios en medios masivos siguen
siendo útiles para dar a conocer nuevas empresas o productos, y para seguir
manteniendo o mejorando la imagen de las empresas existentes. Por otra parte,
los componentes o pilares del marketing siempre seguirán siendo el producto, el
precio, la promoción y la distribución, las famosas y repetidas 4 P. Es decir
no estamos hablando de una vuelta al pasado al considerar el enfoque
tradicional, sino tener en cuenta que, sea cual sea el enfoque de marketing que
deseemos utilizar, los conceptos de actuación seguirán teniendo como base al
marketing tradicional.
Esto es, sencillamente,
adaptación a los tiempos y a la tecnología existente. En varios de los post que
he ido publicando de forma continua en mi blog, siempre dejo claro que si hay
un concepto dentro del negocio que siga más fielmente a la evolución social,
ese es justamente el marketing. Si
algo evoluciona, el marketing evoluciona con ello.
Por esto hemos de considerar que
el marketing no es un departamento. Hay empresas con departamento de marketing,
y otras que no tienen definido de forma clara ese departamento, o lo engloban
dentro del departamento comercial u otros. Pero todas las empresas tienen
marketing, de una u otra forma. El marketing es toda una filosofía
empresarial, casi tan antigua como la vida en comunidad. Es decir, el puro
trueque de cosas que existía en los albores de la humanidad ya era marketing.
Que los fenicios introdujesen el dinero como unidad de cambio no fue sino un
paso más, dentro de la evolución social.
Muchas veces decimos que en
tiempos de crisis el marketing es el gran perjudicado. Es en gran parte cierto
que ante las crisis se recorta rápidamente del presupuesto de marketing, y no
solamente en las Pymes sino también en las grandes empresas. Si se reduce la
inversión, (que no gasto), en investigación de mercados, en publicidad, en
personas expertas en marketing, no hacemos sino agravar el problema existente.
Es en esos momentos, en plena crisis o cambios, cuando la empresa ha de tomar
firme el timón y gobernar con mano fuerte, y nunca deteriorar más la situación dejando
de invertir en lo único que puede salvar a la empresa: el marketing.
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