En el post anterior, hemos visto
la conveniencia de crear segundas marcas por parte de las empresas, y cuando es
conveniente y cuando no. A la vista de número de vistas de ese post, deduzco
que el tema ha resultado interesante. En ese mismo post apuntábamos de a
necesidad de hablar de las marcas blancas, de
su oportunidad y conveniencia, si es el
caso.
Antes de que se creasen las
marcas blancas las empresas, sobre todo las mayores, pretendían aumentar su
cuota de mercado empresarial de forma indirecta, o disminuir las de los
competidores, mediante la creación de las segundas marcas. Al crear una segunda
marca, esta entraba en el mercado como un competidor más, y captaba una
determinada cuota de mercado. Lógicamente, esa cuota de mercado de las segundas
marcas de una empresa le era arrebatada a la competencia, pero también a la
propia empresa. Lo que ocurre es que la parte que perdía la propia empresa podía
quedar compensada por las ventas de
la segunda marca.
En resumen, el competidor se
encontraba con una menor cuota de mercado, parte de la cual la ha captado la segunda marca
creada. En definitiva, la empresa beneficiada directamente por la creación de
la segunda marca es siempre la empresa que la lanza al mercado, siempre
asumiendo que la segunda marca llegue a lograr una determinada cuota de
penetración. Hasta aquí, y con lo dicho en el post anterior, queda claro y
zanjado el tema de las segundas marcas en marketing.
La marca blanca, por el
contrario, es una estrategia “parecida” pero diferente. Parecida, en el sentido
de que se introduce un nuevo competidor al mercado. Diferente, y muy diferente,
porque esa marca blanca no la creamos nosotros, sino que parte normalmente de
las empresas distribuidoras. Dicho de otro modo, es el propio canal que vende
las marcas de los demás, (los hipermercados, supermercados…), el que crea una
marca “propia”, en muchos casos encargándosela generalmente a las marcas
originales que ya están distribuyendo, con lo que pretenden asegurar la
calidad.
El nombre de marca blanca, que se
ha quedado para siempre, proviene de que los envases originales eran de ese
color, blancos y simples en su presentación, en los inicios de la creación de
las mismas. El lema de la marca blanca era, “proporcionamos el mismo producto,
con un precio notablemente inferior, ya que nosotros mismos lo creamos y
distribuimos”. Lo de crearlo era un tanto peculiar, porque si se quería
proporcionar cierta calidad, y no incurrir en los costosos gastos de tener
crear una cadena propia de producción, (cosa de la que el distribuidor
generalmente carecía), estas marcas blancas eran fabricadas por marcas ya
existentes, para los hipermercados, supermercados o cadenas de distribución.
A título de ejemplo, Mercadona
creó sus propios nombres de marca, como son Hacendado o Deliplus. De esta
forma, aunque se siguen llamando marcas blancas, (por su origen, es decir,
generalmente fabricadas por un proveedor determinado que renuncia a poner su
nombre en esos casos), en realidad se podrían situar en el terreno de las
segundas marcas, porque se crea un competidor más. Estas marcas Hacendado o
Deliplus solamente pueden ser adquiridas en Mercadona. Esto lo define
claramente como marcas blancas, y no como una segunda marca. Esta línea de
actuación ha sido utilizada también por muchas grandes superficies, como es el
caso de los hipermercados de Hipercor, o de El Corte Inglés, con marcas como
Aliada.
El resultado es que en el mismo punto
de venta nos encontramos con un producto casi idéntico a otro, uno de ellos sin
marca, (en realidad con marca blanca, la del nombre que le adjudicase el propio
distribuidor a sus productos), y el otro con marca reconocida. Esto tuvo un
éxito inicial reducido, pero algunos factores contribuyeron a su éxito, como la
serie de crisis económicas de mayor o menor cuantía que hemos sufrido y siguen,
que ha impulsado a muchas personas a adquirir los productos de marca blanca,
sin demasiadas dudas, porque el etiquetado decía claramente lo que contenía el
envase de marca blanca, y quién se lo elaboraba. El segundo factor en
importancia tiene más que ver con el principio de marketing que dice que: “sin
marca no hay venta”.
No obstante, si nos fijamos con
detalle, esto que la empresa produce no es una segunda marca de la empresa,
sino realmente una nueva marca, (llamémosle blanca), generalmente procedente de
un distribuidor, aunque con el tiempo se convierten en “marcas” conocidas.
Lo cierto es que, crisis aparte,
los usuarios tienden a comprar más una marca de prestigio que un producto sin
marca. Claro que depende de qué producto. Si se trata de productos
alimenticios, en muchos casos la marca blanca ofrece un producto casi igual al
de la marca reconocida, con un menor precio. Si vemos una línea de chocolates
de marca blanca que se lo fabrica Nestlé, por poner un ejemplo no real, el
consumidor sabe que aunque ponga Hipermercado X, en realidad se lo fabrica una
empresa de prestigio.
A veces, en el propio etiquetado
del producto de marca blanca aparece como fabricante un proveedor conocido, lo
que lleva al consumidor a adquirir la marca blanca, por su ventaja en el precio.
Esto tiene su contrapartida, y es
que algunos fabricantes conocidos, que no tenían inicialmente problemas en
fabricar para la marca blanca, (al fin y al cabo era una forma de ganar dinero,
aunque con un margen menor), al ver que las ventas de la marca blanca se
disparaban muy por delante de las suyas, han optado en ciertos casos por no
fabricar más para las marcas blancas, y lo que es más curioso, en su propia
publicidad en medios masivos, como en el caso de la televisión, dejan claro que
“no fabrican para otras marcas”. De esta forma tratan de seguir diferenciando
claramente su producto en un entorno de claridad, y sin entrar en el juego, cada
vez más omnipresente, de las marcas blancas de los distribuidores.
Conscientes de que el factor
marca es un plus, las marcas blancas de la distribución han optado, como hemos
comentado antes, por ponerles nombre, (marca), a sus productos, de forma que el
consumidor entienda que está comprando una marca, con el prestigio del centro
distribuidor que la crea. (Hacendado, Aliada).
De todas formas, y a pesar de
haberse reducido últimamente la participación, más de un tercio de las compras
en España son de marcas blancas. Algunas asociaciones de consumidores advierten
que adquirir productos de marcas líderes puede suponer en algunos casos un
precio de hasta tres veces más caro.
Y tú, qué opinas. ¿Prefieres la
marca a ultranza, o la marca blanca que sabes que tiene una procedencia
conocida y valiosa?.
Este es un tema muy interesante
en marketing, y de difícil resolución, pues las opiniones están divididas. No
obstante, recordemos que más de un tercio de los consumidores se decantan por
las marcas blancas de la distribución.
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