sábado, 20 de febrero de 2016

Marketing y marca blanca

Es justo y resulta conveniente hablar del marketing a desarrollar frente a las marcas blancas tras haber tratado en los posts anteriores sobre el branding, la identidad de marca, la imagen de marca y las segundas marcas.

Para comenzar, recordar que la marca blanca no es una creación de una empresa sino todo lo contrario, es un grano que le sale a las marcas y contra las que hay que competir como un opositor más en el mercado. Además, este grano nos lo provoca una parte de nuestra red de distribución, con lo cual el tema se complica. Contra otra marca tenemos claro como actuar. Contra una marca blanca, no es tan fácil, salvo que se decida formar parte de ella, ya que en muchos casos el distribuidor encarga su confección a algunas de las marcas originales que están distribuyendo, con lo que pretenden asegurar la calidad.  

La estrategia de ataque frente a este nuevo competidor es muy diferente, porque esa marca blanca no la creamos nosotros, como las segundas marcas, ni los competidores, sino que proviene de las empresas distribuidoras. Dicho de otro modo, es el propio canal que vende las marcas de los demás, (los hipermercados, supermercados…), el que crea una marca “propia”. Recordemos que este nivel de distribución tiene la llave para darle prioridad en las estanterías, y posicionar el precio en su local. Esto es grave.

El nombre de marca blanca, que ya se ha quedado para siempre, proviene de que los envases originales que eligieron las distribuidoras eran blancos y simples en su presentación, en los inicios de la creación de las mismas. El lema de la marca blanca era, “proporcionamos el mismo producto, con un precio notablemente inferior, ya que nosotros mismos lo creamos y lo distribuimos”. Lo de crearlo era un tanto peculiar, porque si se quería proporcionar cierta calidad, y no incurrir en los costosos gastos de tener crear una cadena propia de producción, (cosa de la que el distribuidor generalmente carecía), estas marcas blancas eran fabricadas por marcas ya existentes, para los hipermercados, supermercados o cadenas de distribución.

Pero ahí, donde aparentemente la marca tenía una ventaja, al tener la posibilidad de fabricar productos para las marcas blancas, tiene el fuerte inconveniente de que en esos casos el margen es muy bajo, (las que decidan fabricar para los distribuidores), y de que en los supermercados e hipermercados la situación de la colocación en las estanterías las deciden finalmente ellos, con lo cual la marca que decide seguir defendiéndose como marca tiene el hándicap de que tiene que luchar contra la marca blanca “en su propio campo”, por lo que tiene todas las de perder.

El resultado es que en el mismo punto de venta nos encontramos con un producto casi idéntico a otro, uno de ellos sin marca, (en realidad con marca blanca, la del nombre que le adjudicase el propio distribuidor a sus productos), y el otro con marca reconocida. Esto tuvo un éxito inicial reducido, pero algunos factores contribuyeron a su éxito, como la serie de crisis económicas de mayor o menor cuantía que hemos sufrido y aún siguen, que ha impulsado a muchas personas a adquirir los productos de marcas blancas, sin demasiadas dudas, porque el etiquetado decía claramente lo que contenía el envase de marca blanca, y quién se lo elaboraba. El segundo factor en importancia tiene más que ver con el principio de marketing que dice que: “sin marca no hay venta”.

La crisis ha venido a reforzar la postura del consumidor de buscar el precio más barato, sobre todo en temas como la alimentación y productos de limpieza y otros del hogar. En este proceso han cedido algunas marcas de nivel medio, aceptando fabricar marcas blancas para el canal de distribución. De esta manera, aunque con márgenes bajos, siguen compitiendo.

No obstante, hay un grupo de marcas grandes que plantan cara a la distribución, negándose a fabricar para marcas blancas, (Coca-Cola, Danone, Pascual, Heineken, Pepsico, Johnson and Johnson y Kellog’s por citar algunas), que deciden afrontar el mercado creciente de las marcas blancas, sobre todo por parte de Mercadona, Carrefour, Alcampo, Eroski, El Corte Inglés, Día y Lidl.

Las marcas blancas, es decir, la cadenas de tiendas de distribución, tienen a su favor un punto clave, aparte de sus mejores precios: la posibilidad de fidelizar a los consumidores ofreciendo productos que solo se pueden encontrar en sus supermercados o hipermercados.

Por otra parte, tienen en sus manos otra herramienta, la de subir artificialmente los precios de los productos de los fabricantes para que el consumidor vea todavía más diferencia de la que realmente hay entre los productos de marcas líderes y los suyos de marca blanca, favoreciendo la compra de sus propias marcas blancas. Algo más de la mitad del mercado de alimentación está actualmente en manos de las marcas blancas de las 7 empresas distribuidoras mencionadas antes.

Entonces, ¿qué ha de hacer el marketing de las marcas para enfrentarse a las marcas blancas? Pues justo lo que hablábamos en el post anterior, obtener ventaja competitiva por medio de tres de sus principales virtudes: el poder de la imagen de la marca, la capacidad de innovación y la internacionalización.

Si nos fijamos en el poder de innovación constante de Danone, por ejemplo, lanzando nuevos productos derivados concentrados en segmentos como la salud, con productos para ayudar a reducir el colesterol, facilitar la digestión o mejorar las defensas. Según estudios recientes, las marcas grandes tradicionales les ganan por goleada en innovaciones, pues aunque la distribución también realiza investigación, es mucho menor e inferior, en general, a la de las grandes marcas.

En consecuencia, el marketing de las marcas que deseen defenderse de la gran potencia conseguida por las marcas blancas o MDD, (marca del distribuidor) se debe basar en los principios del marketing más adecuados de siempre, como es la potenciación de la imagen de marca, (branding), la innovación constante y en tercer lugar buscar o potenciar la internacionalización.

Esto es para las el caso de empresas con marca fuerte, pero en el caso de las marcas blancas, el marketing adecuado para ellas ya se sabe que consiste en el precio y el fuerte poder que tienen a acaparar la distribución exclusiva en cada caso. Hacendado y Deliplus solo lo puedes encontrar en Mercadona y si quieres comprar Aliada, solo puedes hacerlo en los hipermercados de El Corte Inglés o Hipercor.

Cuando dimos antes los datos entre las marcas y las grandes cadenas de distribución, hemos comentado que la distribución copaba algo más del 50%, muy concentrados en la alimentación sobre todo. Al introducir más variables, como es el caso de la perfumería, droguería y otros productos de consumo habitual, a nivel del mercado total, más de un tercio de los consumidores se decantan por las marcas blancas de la distribución. Esto significa que las marcas blancas van avanzando en su cuota de mercado, pero que el prestigio de las marcas que han consolidado un nombre hace que por ahora la balanza se incline a favor de la marca, dos tercios del total, mientras que las marcas blancas se conforman con el resto, pero subiendo su cuota.

La crisis, y el hecho de que aunque se consiga acabar con la crisis el consumidor ha aprendido mucho a mirar el precio y a comparar, hará que esta balanza pueda ir subiendo a favor de las marcas blancas, pero si logran potenciar la imagen de marca, investigar e internacionalizarse harán que las marcas consolidadas ganen la batalla final

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