El post anterior lo dediqué a la
marca, a la identidad de marca e imagen de marca. En este post trataré de
exponer el porqué de la creación de segundas marcas cuando hemos invertido
tanto en el branding. ¿Tiene sentido crear una segunda marca?
Pues lo cierto es que a pesar de
la gran inversión que supone el proceso de branding, (la creación y
mantenimiento de la marca), no es menos cierto que en un fuerte entorno
competitivo se han de generar continuamente nuevas estrategias para ganar cuota
de mercado a la competencia, o bien para entrar en otros mercados. Una de estas
primeras estrategias fue la creación de las segundas marcas.
Al decidir crear una segunda
marca para ganar cuota de mercado a la competencia hay que considerar que la
nueva marca se enfrenta a la competencia pero también con la propia empresa que
la crea la segunda marca. El objetivo deseado es que el impacto producido por
la marca sea ligero en la propia empresa y bastante mayor en la competencia. En
cualquier caso, la cuota de mercado que capte la segunda marca sigue siendo
negocio para la empresa que la ha creado, aunque a nivel económico hay que considerar
el impacto creado sobre la marca principal.
Cuando decidimos crear una
segunda marca para abordar nuevos mercados tenemos una disyuntiva inicial: dejar
la marca principal también con el nombre de la segunda marca, o bien se puede
optar por separarla por completo de la segunda marca.
Entre las ventajas de optar por
el primer caso se encuentra el establecimiento de sinergias en la segunda
marca derivadas del prestigio de la marca principal, pero tiene como
inconveniente que la marca principal puede quedar salpicada en caso de fracaso
de la segunda marca. Si elegimos la segunda opción, separar totalmente ambas
marcas, se evitará este posible fracaso, pero también es cierto que en este caso
la segunda marca tendrá que competir en solitario en el mercado.
Cada marca elige la mejor
aproximación al propósito perseguido, siempre según el criterio del proveedor. Un
ejemplo concreto: estrategias de Mercedes y BMW para entrar en mercados
inferiores.
Para competir en el mercado de
segmentos inferiores del automóvil, donde está la mayor competencia pero
también una buena parte del pastel, Mercedes Benz decidió jugarse su prestigio
y lanzó el Clase A, un modelo de gama mucho más baja de lo habitualmente
ofrecido por Mercedes. Pero tuvo la feliz idea de hacer un coche totalmente
diferente, dirigido a un segmento muy concreto, para no interferir en
la imagen de lujo de la marca, que era sólo de coches grandes y medio altos.
Ese coche totalmente diferente era un tipo monovolumen pequeño, con un diseño
muy particular, que buscaba dirigirse como segundo coche en las familias para,
por ejemplo, llevar las madres a los niños al colegio. En realidad, Mercedes no
creó una segunda marca, sino un nuevo modelo para entrar en ese segmento
inferior. El resultado es el mismo, porque rompía con su tradición.
El Clase A era tan diferente que
logró el propósito de Mercedes de situarlo como un coche práctico, monovolumen
pequeño, muy adecuado y práctico para, por ejemplo, recoger los niños del
colegio o realizar la compra las parejas jóvenes. El coche seguía siendo un Mercedes, y además era
práctico y adecuado para su función concreta.
Sin embrago, cuando BMW decidió entrar
en el mismo segmento inferior, decidió comprar la marca inglesa Mini, y orientarlo
al segmento más joven de la población, aprovechando las cualidades y el
prestigio de la marca Mini, que había participado y ganado competiciones
deportivas en la década de los 60 y 70 del pasado siglo. Pero, muy hábilmente,
aunque se aprovechaba el tirón del prestigio del Mini como marca, el coche se
vendía en los concesionarios oficiales de BMW. La marca era Mini, pero
se veía que detrás estaba toda una BMW. Esta es otra forma de abordar el
mercado de categoría inferior, y aunque no se trataba de la creación en sí de
una segunda
marca, sino de la comercialización de una marca adquirida a un tercero,
la forma de marketing es la misma.
En ambos casos, a pesar de ser enfoques
bien diferentes, ambas marcas han tenido en cuenta que el prestigio de la marca
es insustituible.
Estos ejemplos se refieren a
marcas que han querido entrar en segmentos inferiores. ¿Se puede aplicar el
mismo criterio de crear segundas marcas para abarcar segmentos superiores? Es
más complicado, pero puede hacerse con éxito, si se tiene la calidad necesaria
para subir ese escalón de mercado.
Por ejemplo, la empresa japonesa
Toyota que fabrica coches medios y medio altos de buena calidad, decidió entrar
en el mercado de los coches de lujo. Para ello decidió crear una marca de lujo,
a la que llamó Lexus. Aunque no son muchas las personas que saben que Lexus es
de Toyota, (decir que Lexus es una segunda marca de Toyota puede resultar raro,
pero es así), sin embargo la mayoría de las personas sí que saben que Lexus es
una marca de lujo. Objetivo conseguido, como marcas separadas.
¿Cuál es la mejor estrategia?
Está claro que ambas han funcionado. En el caso de una marca de prestigio, es
muy bueno aprovechar el nombre de la marca para abordar otros segmentos, aunque
sean inferiores, si se hace con inteligencia. En el caso de una marca, buena en
calidad, pero más generalista, fue un acierto crear una marca de lujo,
totalmente desvinculada del nombre de la principal. En el caso concreto de
Toyota ha sido más fácil, ya que Toyota siempre ha estado muy comprometida con
la calidad. Posiblemente a consecuencia de su éxito, otros fabricantes han
seguido sus pasos, como hizo después Nissan, creando el Infiniti, la marca de
lujo de Nissan.
Podríamos seguir con muchos mas
ejemplos, como el del vino Vega Sicilia, entre los vinos de más lujo y calidad
del mundo, y la marca Valbuena, que son vinos de muy alta calidad, pero no
llegan al prestigio del Vega Sicilia. Valbuena no es exactamente una segunda
marca, sino otra línea de productos de alta calidad de la bodega, en la cual
Vega Sicilia ocupa el lugar de mayor prestigio y Valbuena tiene vinos de muy
buena calidad, sin llegar a la de los Vega Sicilia. Los nombres están
totalmente separados, pero queda claro para los compradores de Valbuena que son
de la bodega de Vega Sicilia. Aprovechar el prestigio es importante.
Los errores en la adopción de las
estrategias pueden pagarse caros. Por ejemplo, Armani, con un clarísimo
prestigio en el mundo de la moda, abordó directamente mercados inferiores en su
estrategia de diversificación, lo que le costó críticas y pérdida momentánea de
su credibilidad como marca de lujo.
En determinados momentos, Coca
Cola, a pesar de su éxito mundial vio que en pruebas de cata a ciegas Pepsi
Cola era preferida en gusto por la gente. Coca Cola decidió contraatacar con la
New Coke. En los nuevos test de cata a ciegas, la New Coke ganaba a Coca Cola y
a Pepsi Cola. Entonces, ¿porqué la New Coke fue un fracaso total?
Fue un error de bulto de
marketing, ya que posicionaba a Coca Cola por debajo de su prestigio. Parecería
que Coca Cola admitía ser inferior a Pepsi Cola y que lanzó New Coke para
diferenciarse, para no ser la que había sido siempre. Este fue su error de
marketing, un error brutal de posicionamiento.
Cuando volvió a su fórmula
tradicional, Coca Cola no tardó en recuperar el prestigio que perdió durante
experimento. Coca Cola era líder, y no podía jugar con ese prestigio de la
forma que lo hizo, como admitiendo que su sabor era equivocado.
En fin, el manejo de las segundas
marcas ha de ser muy certero. El marketing ha de volcarse en ellas y demostrar
exactamente lo que se pretendió al crearlas. Cualquier error de enfoque o
posicionamiento puede dar al traste con el esfuerzo. Sin embargo, y como hemos
visto en los ejemplos, en la mayoría de los casos suele ser una táctica bastante
acertada.
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