martes, 9 de febrero de 2016

Marketing según el ciclo de vida del producto (III)

La fase de madurez dentro del ciclo de vida de un producto es muy interesante, y es donde un marketing bien aplicado puede lograr que sea lo más larga y fructífera posible. Analizados en los dos posts anteriores las dos fases primeras del ciclo de vida, es el momento de tratar el marketing a aplicar en la fase de madurez.

La fase de madurez del producto es realmente la fase ideal dentro del ciclo de vida. Superadas las dos fases anteriores, cuando se alcanza la fase de madurez, el producto se vende “sólo”, pero para que todo siga adelante, es muy necesario hacer algunas acciones como:

a)     Publicidad de refuerzo del producto (impedir el olvido)
b)    Mantenimiento del hábito de compra (asiduidad de compra)
c)     Efectuar un análisis de comportamiento del cliente. De esta forma evitaremos sorpresas.

Teniendo en cuenta que en la fase de madurez el producto está asentado en el mercado, los pilares o bases de actuación más recomendables se centrarán en lograr una fase de madurez de larga duración, con volúmenes de venta crecientes o al menos mantenidos en el tiempo.

Dependiendo del desarrollo del producto en esta fase, el producto puede recibir mejoras o puestas al día, sobre todo en el terreno de la tecnología, con el objetivo de que siga considerándose atractivo para el consumidor y competitivo en el mercado, o también la posibilidad de ampliación dentro la gama ofrecida de ese producto, de forma que las ventas sigan siendo estables o, si puede ser, con crecimientos todavía en esta fase. El producto es conocido, asentado en el mercado, y las acciones a realizar por el marketing deben dirigirse hacia el refuerzo de la imagen del producto e impedir el olvido. Los esfuerzos publicitarios son menores en esta etapa, si bien las acciones de refuerzo pueden requerir el acudir de nuevo al marketing en medios masivos, pero esporádicamente, de forma que se impida el olvido de la marca o el producto, pues aunque esté bien asentado hay que lograr el mantenimiento de la cuota de mercado, algo que con los competidores lanzando nuevos productos puede resultar difícil si no acudimos a las acciones de refuerzo de imagen, o marketing de recuerdo.

La fidelización del cliente es fundamental en esta fase del ciclo de vida, si bien es algo que ya habíamos iniciado y presumiblemente logrado en la fase anterior. Con un producto bien asentado en el mercado la fidelidad del cliente se puede lograr de muy diversas maneras, siempre contando con que le estamos ofreciendo un producto de calidad y que verdaderamente el cliente lo aprecia así, con un precio adecuado y unos servicios complementarios y amabilidad de trato que les mantenga atraídos a nuestra marca, especialmente cuando se compara con la competencia.

Las maneras de integrar al cliente con la empresa, de forma que esté satisfecho y siga comprándonos se puede lograr de muchas maneras, dependiendo del tipo de producto o servicio que le ofrecemos.

Como es muy conveniente el contacto directo, siempre hemos de solicitarle una forma habitual de contacto que el cliente desee proporcionarnos, como el email o el teléfono, aunque la dirección postal también debemos tenerla registrada. Al cliente hay que hacerle saber y pedirle permiso para enviarle información de novedades en la gama de productos y vales descuento oportunos y temporales, de forma que lo tenga disponible antes que nadie cuando se produzcan.

Pedir la opinión del cliente sobre nuevos productos a crear, (hacerles partícipes de posibles nuevos productos) o poner a su disposición un buzón de sugerencias online o bien in situ en los establecimientos y enviarles vales de descuento u ofertas ventajosas en ocasiones como su cumpleaños, ofertas de días señalados. (Navidad, Reyes, San Valentín, según el tipo de negocio o producto). Si resulta apropiado al tipo de negocio, la emisión de tarjetas de cliente, con ventajas claras para la compra, puede resultar también muy aconsejable, así como ofrecerles periódicamente, simplemente por ser cliente, un regalo extra, un cupón de descuento o un sorteo con una nueva compra.

Siempre hay que poner en primer lugar en el trato con el cliente la atención personalizada y la sensación de que pueden confiar en nosotros.

Siempre dependiendo del tipo de producto que comercialicemos, un método muy efectivo de fidelización son los acuerdos con otros negocios para las ofertas cruzadas como los vales descuento en un restaurante, regalo de entradas de cine, o un descuento en la compra en unas zapatillas de deporte, por citar algunos ejemplos útiles en la fidelización en la fase de madurez.

Una forma de ganar nuevos clientes, a la vez que se fideliza al cliente propio, son las ofertas en las que se ofrecen descuentos o ventajas para el cliente por llevar a un nuevo cliente, a la vez que le ofrecemos también los descuentos para el nuevo cliente.

En la fase de madurez se presume que tenemos bastantes competidores en el mercado, por lo que puede ser conveniente a veces una rebaja en el precio de nuestro producto, sea permanente o bien temporal, (ofertas). La fase de madurez es ideal para las promociones y ofertas, ya que contribuyen a las acciones de refuerzo y de recuerdo de la imagen, de la marca o producto, ayudando notablemente a alargar la fase de madurez, que es el propósito principal del marketing empresarial desde que se crea el producto.

El proceso de fidelización del cliente no termina nunca, ya que se trata de construir un vínculo emocional entre el cliente y la empresa que a la larga provocará la promoción mediante el sistema “boca a oreja”, que es una de las mejores formas de lograr nuevos clientes. 

En esta fase de madurez del ciclo de vida es frecuente la ampliación del consumo aumentando la tipología del consumidor habitual. Es decir, si un producto está destinado al uso infantil, como puede ser el caso de un champú muy suave, se puede recomendar el uso a toda la familia para un uso más frecuente debido a su suavidad. Esto es, aumentar el consumo, mediante la mayor frecuencia de uso por los consumidores. La campaña de convencer, sobre todo a los niños, de que tomar un vaso de cacao por la noche es cosa de deportistas, hace que aumente el consumo habitual desde el cacao como bebida en el desayuno, hasta lo que sería un mínimo de dos veces al día, que pueden ser tres si incluimos su posible uso en la merienda.

Finalmente, no olvidemos el tercer punto de importancia a considerar en esta fase de madurez, de alguna manera implícito en párrafos anteriores, cual es el análisis continuo del comportamiento del cliente. De esta manera tendremos siempre feedback de la situación de nuestro producto, o nuestra marca, según sea el caso que analicemos, para poder actuar en consecuencia. No es necesario invertir grandes cantidades de dinero en este análisis, ya que los medios pueden ser la página Web de la empresa, las Redes Sociales y los cuestionarios directos al cliente mediante email, por ejemplo. Estos análisis nos dirán como se va comportando el producto en el mercado lo cual, junto a la evolución de las ventas nos darán una fotografía muy clara de la situación, para poder poner remedio a tiempo frente a las oscilaciones del mercado.


En definitiva, la fase de madurez del ciclo de vida del producto es la más efectiva desde el punto de vista de haber logrado los objetivos previstos por la empresa para un  producto concreto, y es la que determina la duración real del producto en el mercado y su rentabilidad.

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