“Los
hombres ya no se preocupan de hacer cosas. Compran cosas hechas a los
mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, si quieres un amigo
¡domestícame!”
Imagino
que muchas personas que están leyendo este post recordarán las palabras de
Antoine de Saint Exupery en El Principito. Un aparente cuento sencillo, y de no
muchas páginas, que condensa más sabiduría y espíritu práctico que muchos libros
más grandes en tamaño.
El
Principito no conocía al zorro, ni el zorro al Principito, y a ambos les daba
igual verse o no, pero una vez hecha la relación si uno otro tardaba en llegar
el otro sufría sin saber que habría pasado. El Principito, entre otras cosas,
es un canto a la amistad y a las relaciones. Y mientras lo estaba releyendo,
(deformación profesional), no he podido dejar de pensar en el marketing.
Porque
uno de los mayores errores del marketing es no cuidar a tu cliente una vez se
ha logrado. Ponemos mucho esfuerzo en lograr un cliente nuevo, en venderle lo
más posible, a veces incordiándole con mensajes no deseados ni autorizados,
pero no lo tratamos como alguien que forma parte de una relación. Uno de los
sabios consejos en el marketing es que un cliente no es un amigo. Pero sí que
es una relación, y fuerte. Y en las relaciones no hay nada peor que el no
cuidarlas. Parece mentira, pero un libro tan sencillo como “El Principito” da
de lleno en la diana del problema. Cuando el principito aterrizo en el desierto
y vio al zorro por primera vez, lo saludó y nada más. Pero cuando el zorro
comenzó a aparecer en el lugar del desierto donde estaba el principito todos
los días, a aproximadamente a la misma hora, cuando se acercaba la hora y no
llegaba el zorro, al principito comenzaba a latirle fuerte el corazón y a
preocuparse. Hacía unos días no pasaba nada, pero al conocerse, se habían
domesticado, el uno al otro, y ya debían estar en contacto.
De
ahí viene la frase de Saint Exupery del inicio del post: “Los hombres ya no se
preocupan de hacer cosas. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no
existen mercaderes de amigos, si quieres un amigo ¡domestícame!”.
Cuando
tienes un cliente, está domesticado por ti, por tu empresa, y también tú estás
domesticado por él. Domesticar en esta caso quiere decir establecer una fuerte
relación. Y el mayor fallo de la mayoría de las empresas es olvidar algo tan
sencillo como esto. Las razones para no contactar frecuentemente con tu cliente
pueden ser muchas, y ninguna justificada. Que si no quiero molestarle, que si
necesita algo ya me lo pedirá, que no tengo tiempo, que no tengo los recursos
suficientes…
Si
tu no cuidas a tu cliente, puede que otro lo haga por ti. Y en ese caso, da el
cliente por perdido. No has sabido percibir la zozobra que siente el cliente
cuando no estás allí cuando debes, no sabes hacer marketing. El cliente no es
un amigo, pero hay que tratarlo en una relación de la forma más parecida
posible. Cuesta crear una relación, y a veces es muy fácil que se rompa.
¿Porqué
crees que se han creado y se introducen en las empresas los proyectos de CRM,
(Customer Relationship Management), con todas las pautas posibles para cuidar
al máximo las relaciones cliente-empresa. Precisamente para que el departamento
de marketing no descuide nunca esas relaciones, y las maneje de la mejor forma
posible. Eso sin contar que el lograr un cliente nuevo es seis veces más caro
que la mayor inversión posible en el mantenimiento del que ya tienes.
Siempre
hemos comentado que el marketing es muy complejo, sobre todo porque alcanza a todas
las partes de la empresa, implicando desde la dirección a la logística, y
pasando por todas partes si queremos que el marketing sea verdadero y completo.
Puede
que tenga cierta deformación profesional, como decía al principio del post,
pero al leer a Saint Exupery en el principito, he vuelto a recordar que el
cliente es un tesoro, y como tal hay que valorarlo.
Ya
sabes lo que piensa tu cliente: si quieres un amigo, domestícame.
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