Tal
vez sea por razones históricas, pero si nos fijamos en las acciones de
marketing más frecuentes siempre se apela básicamente a dos de los sentidos
humanos, la vista y el oído. Sin embargo, si las personas tenemos cinco
sentidos, no parece lógico el desechar el poder adicional que ofrecen los otros
tres sentidos: el tacto, el gusto y el olfato.
El
marketing sensorial se basa en el enriquecimiento que se produce en una
experiencia al tener en cuenta todos sentidos. A nivel de marketing, básicamente
se trata de enriquecer la experiencia del mensaje de comunicación o del proceso
de compra.
Diversas
fuentes, cuyo origen se sitúa en la Universidad Rockefeller, de Nueva York,
apuntan a que las personas recordamos:
•
El
35% de lo que olemos
•
El
15% de lo que saboreamos
•
El
5% de lo que vemos
•
El
2% de lo que oímos
•
El
1% de lo que tocamos
Según
estos datos, estamos basando la mayoría del marketing en acciones basadas en la
vista y el oído, que son sentidos de gran utilización pero con poca capacidad
para ser recordados.
Esto
nos lleva a darnos cuenta de que durante mucho tiempo se ha estado ignorando el
marketing apoyado por el sentido del olfato, que en
definitiva es el de mayor capacidad para ser recordado por las personas.
De
aquí surge el concepto de marketing sensorial para ayudarnos a dar una mayor
variedad y potenciación a la comunicación entre la marca y el usuario. Y gran
parte del mismo lo podemos basar en el sentido del olfato, por su mayor
potencialidad. Los sentidos del tacto y del gusto tienen potencialidades más
concretas y reducidas, sin dejar por ello de ser utilizados en determinadas
acciones de marketing. Es fácil deducir que, aunque de alcance minoritario, en
una promoción de un jamón o un vino, el sentido del gusto resulta
fundamental, sin dejar de lado el olfato, por descontado.
En
posts anteriores he hablado sobre el marketing emocional. Si además tenemos en
cuenta el concepto de inteligencia emocional, estaremos aceptando la fuerte
influencia de las emociones en nuestro intelecto y en nuestras decisiones. El
marketing sensorial es una derivación del marketing emocional.
El
acto de compra puede ser una experiencia desagradable o atractiva, y para eso
existe el marketing. Es indudable que si se utilizan los medios adecuados de
forma correcta, la experiencia de la compra resultará atractiva para el
cliente, y no hay duda de que el marketing sensorial ayuda poderosamente a
hacer atractivo el proceso de compra.
Al
inicio de la utilización del marketing sensorial, tal vez por inercia o por
comodidad, lo que se hacía era potenciar las experiencias de los dos sentidos
más utilizados, la vista y el oído.
Música
convenientemente elegida en el punto de venta, y efectos visuales adecuadamente
seleccionados producen en el usuario un efecto que podemos regular en el
marketing sensorial. En algunos casos esa música o efectos sonoros que
producimos harán que la persona se relaje y se quede más tiempo comprando,
aunque en otras ocasiones puede convenir lo contrario, y poner músicas elegidas
para que se produzca el efecto contrario, es decir, que parezca que el tiempo
pasa muy rápido. Según convenga al interés de la marca, se utilizará uno u otro
tipo de sonido ambiental.
Lo
mismo aplicaremos en los elementos visuales, donde los efectos de luces o
fondos lograrán los efectos deseados para el local que visita el usuario. También
resulta obvio que el tipo de fondo musical que se utilice estará condicionado
por diversos factores tales como la edad, el sexo o el tipo de producto. De
hecho, en 2001 se realizó una campaña en una tienda de venta de ropa de
diversos tipos, de forma que se asoció un tipo de juventud a un tipo de ropa, ya
que en los probadores se disponía de lectores RFID que aportaban el tipo de
música más directamente relacionado con la ropa elegida. Esto es un tanto
atrevido, pero ha resultado ser una ayuda en muchos de los casos, ya que la persona
que se estaba probando la prenda estaría oyendo, presumiblemente, una música
relacionada con sus gustos y con su edad. (Por una asociación previa del
marketing con la prenda elegida).
Por
otra parte, el refuerzo del marketing sensorial se realizó mediante el uso más
intensivo de la luz, o sensaciones basadas en la misma, como es el caso del marketing
lumínico. Es decir, reafirmamos que los primeros pasos en el marketing
sensorial se centraban en los mismos sentidos ampliamente utilizados, el oído y
la vista, como hemos comentado.
Recordando
el principio de este capítulo, si tenemos en cuenta que el sentido del olfato
es el que tiene mayor persistencia en la memoria
humana, parece claro que dentro del marketing sensorial el marketing olfativo
debe ocupar un papel muy importante, aunque actualmente todavía no está
demasiado aprovechado. Actualmente no tenemos medios para lograr una difusión
de olor en medios masivos, como la televisión o la radio. Aunque sí que puede
realizarse en la prensa escrita, aunque de forma algo primitiva pues solamente
puede realizarse adjuntando una muestra de perfume dentro del periódico o
revista. No obstante, es un punto de apoyo.
En
el punto de venta resulta muy útil el uso del refuerzo olfativo. Posiblemente
muchos hemos notado en las grandes superficies de alimentación como en la zona
de panadería notamos un rico olor a pan recién hecho. Este olor, de habitual
agradable, es reforzado en esas zonas por una potenciación del olor a pan
reciente.
Por
el contrario, en la zona de pescadería de esas mismas superficies, hay que
mitigar o anular el olor a pescado, ya que produce un rechazo natural.
Lograr
un excelente aroma a café en un local dedicado a ello, y que no huela a otra
cosa no es nada fácil. (Como fue el caso de Starbucks, que hace unos años se
negó a servir sándwiches calientes porque el olor generado por los mismos estropeaba
el aroma general de buen café de esos locales). Aunque esto parezca hilar muy
fino, se demuestra que Starbucks se había tomado muy en serio el marketing
olfativo en su estrategia empresarial.
El
olor a “coche nuevo” es algo que encanta a mucha gente, sobre todo actualmente,
porque muchas marcas han creado ese aroma particular y atrayente, cuando antes
era todo lo contrario en muchos casos, ya que a la gente no le gustaba ese olor
resultante de los plásticos del coche, de la piel o las telas de las
tapicerías. De hecho, algunos comentarios eran negativos al olor del coche,
pero actualmente se han ido mejorando, gracias a iniciativas de los fabricantes
en este sentido, sobre todo de las empresas automovilísticas alemanas.
Por
otra parte, también los olores pueden contribuir al estado de ánimo. Una sala
de espera, sea de un hospital o de un dentista, o incluso de una oficina,
mejorarán la ansiedad de las personas que esperan, sencillamente con aromas que
producen relax y bienestar.
Recordemos el experimento que realizó Paulov con perros, en el cual la simple
creación de un estímulo olfativo desencadenaba automáticamente en el perro una
respuesta de salivación. Salvando las distancias, nuestro comportamiento
también es parecido.
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