Es uno de los enfoques del
marketing, y sin embargo yo me atrevo a decir que, sea cual sea el enfoque
elegido, el marketing es y será siempre emocional.
En realidad, aunque aparentemente
se halle disfrazado de materialismo, el marketing, o al menos una buena parte
de las técnicas del mismo, lleva siempre involucrado una alta carga de
sentimientos y emociones, ya que no debemos olvidar el conjunto de actividades
que se engloban dentro del marketing y, sobre todo, tener siempre en mente que las acciones van dirigidas hacia las
personas. Con sus sentimientos.
Importantes ramas del marketing,
tales como la publicidad o el análisis del proceso de compra, por ejemplo,
dependen de forma muy notable de las reacciones y emociones del individuo.
¿Cuantas veces una decisión de compra nace de la visión de un mensaje
publicitario? Y a fin de cuentas, ¿hay algo más emocional que el mismo mensaje?
Fijémonos en que desde que el mensaje se concibe por los publicistas, a partir
de una idea, (o muchas veces a partir de un simple deseo), y mientras va
pasando por los diferentes diseños y pruebas, hasta que se realice la acción o
campaña y su comunicación al público, todo es pura emotividad.
Es decir, dentro del conjunto de
técnicas del marketing, si elegimos la utilización del marketing emocional,
habremos de mantener fija la visión en la parte emocional de esta actividad
apasionante. Es decir, existen empresas donde no existe el departamento de
marketing, o no están las personas dedicadas directamente a marketing. Y no es
cuestión de tamaño exactamente, sino de enfoque. Hay algo obvio: una empresa no
puede subsistir sin el marketing, aunque a algunas pueda parecérselo. Es
posible que lo oculten, que lo ignoren o hasta menosprecien, pero todas
realizan actividades de marketing, muchas de las veces encubiertas en
el departamento de ventas o en otro departamento.
No está de más recordar que el
marketing es “un conjunto de actividades dirigidas al logro del beneficio del
consumidor y del proveedor”. Es decir, entre las actividades del marketing se
encuentra el desarrollo de ideas, productos o servicios que se encaminan hacia
la satisfacción
de las necesidades del consumidor de la mejor forma posible, lo que
incluye la fijación de un precio adecuado, la mejor promoción posible del
producto y el logro de la rentabilidad empresarial.
Un análisis de los conceptos
definidos en el párrafo anterior nos lleva a considerar de inmediato dos
premisas: que el marketing es muy importante en la empresa y que el origen y
destino del mismo son las personas, no las empresas. Y es
en este punto donde el marketing se convierte en marketing emocional. Y es que la
misión del marketing es hacer que se oriente al individuo, en lugar de a las
empresas, y esto es válido sea quien sea al destinatario o consumidor final.
Si las compras las realizase un
ordenador, (ignoro si así llegará a ser en un futuro próximo o lejano), es
posible que no hiciese falta este enfoque, pero mientras exista el poder
decisorio de las personas, ya sea el usuario final un individuo o una empresa, (compuesta
por individuos), el marketing es, y será, emocional.
En el ciclo de las “4 C” del
proceso completo de comunicación hacia los consumidores, (conoce, considera,
compra y continúa), solamente es posible el mantenimiento completo de dicho
ciclo si existe un vínculo entre empresa y consumidor, especialmente para el
cuarto punto del proceso, el de lograr que sea un cliente continuo, o lo que es
lo mismo, un cliente fiel.
Fijémonos que nuestras primeras
acciones de marketing han de influir sobre todo en el primer punto, (conoce),
es decir, hacer que se conozca nuestro producto, o marca. La decisión de considerarla
ya es cosa del cliente, aunque el marketing también está para ayudarle a decidir,
para hacer que lo considere. La compra es el primer punto del
proceso en el que ya se convierte en cliente, salvo en los clientes
repetitivos, y luego en el proceso
de fidelización, (continúa), es donde adquiere el máximo valor el marketing
emocional, sin que sean desdeñables el resto de los enfoques.
Hay tres tipos dominantes de
productos o posicionamiento de marcas donde el marketing emocional es más
importante: el prestigio, la salud y el bienestar, siendo este último punto
bastante más amplio, al incluirse dentro del mismo los caprichos o los premios.
Utilizar los factores emocionales
para la venta en el caso de artículo o marcas de prestigio es bastante claro.
Apelar a sentimientos internos de poder, de logros, de cierta ostentación, como
es el caso de los artículos o marcas de prestigio, precisa de mensajes con gran
contenido emocional, y serán más efectivos cuando más individualizados sean.
El anuncio que tantas veces se
comenta en los seminarios de marketing, realizado por BMW, ¿te gusta conducir?, es
un ejemplo de como apoyar una marca de prestigio con una sensación, un
sentimiento, de forma personal. Al preguntarte, a ti, si te gusta conducir,
está apelando a algo más que al prestigio, apela a un sentimiento tuyo, a una
apreciación personal. Lo de la marca de prestigio viene después del deseo de
comprar el coche por el puro placer de la conducción.
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