Existe un falso tópico sobre el
marketing y el producto, pues frecuentemente se dice que el marketing se crea
para el producto. Quiero que quede bien claro mi punto de vista, que en la
realidad es la inversa: el marketing precede al producto, y
no es cierto que el marketing se cree para el producto. Antes de haberse creado
un producto, la empresa o marca habrá realizado una serie de acciones que le
permitan averiguar cómo debe ser el producto, y si existe un lugar en el mercado
para el mismo. Por tanto, el marketing le precede.
Una vez que en el post anterior
decidimos exponer algunos casos prácticos para que puedan ser aplicados por las
personas que estudian o se dedican profesionalmente al marketing, y basamos las
acciones de marketing con base en el precio en este post vamos a ver cuando
podemos tomar como base de nuestras acciones el producto.
Inicialmente, si la estrategia se
ha de basar en el producto, deberá considerarse que nuestro producto sea de
gran calidad,
superior a la media o bien de cierta exclusividad, porque en caso
contrario hay otros parámetros del marketing mix en los que basarse.
En el post anterior vimos algunos
ejemplos de marketing orientado al precio. Para ese post podemos ver algunas
comparaciones para ver las diferentes estrategias basadas en cada enfoque.
Por ejemplo, en estrategias con
base en el precio, nacen las marcas blancas, por parte de los distribuidores, o
bien las segundas marcas, por parte de nuestra propia marca. Las segundas
marcas las creamos nosotros mismos cuando deseamos competir en otras franjas de
precio con productos distintos a los habituales. La marca blanca, por el
contrario, es una estrategia “parecida” pero diferente. Parecida, en el sentido
de que se introduce un nuevo competidor al mercado. Diferente, y muy diferente,
porque esa marca blanca no la creamos nosotros, sino que parte normalmente de
las empresas distribuidoras. Dicho de otro modo, es el propio canal que vende
las marcas de los demás, (los hipermercados, supermercados…), el que crea una
marca “propia”, (marca blanca), en muchos casos encargándosela generalmente a
las propias marcas originales.
Veamos ahora el caso de estrategias
basadas en el producto, productos de lujo, por más detalles. Ahora no
se tratará de marcas blancas creadas por terceros, sino de dos tipos de
estrategias de mercado respecto a nuestro producto de lujo. La primera, dentro
de la legalidad, aunque a veces en el límite, es la que los competidores toman
el nombre de nuestra marca y crean un nombre similar, para provocar confusión
en el consumidor, o para que algunos crean que están comprando la marca
original. Esto sería, por ejemplo, crear una marca “Roler”, por Rolex, e
imitando lo más posible la presentación o características. Estos productos serán
siempre de menor calidad y un precio muy inferior, pero basados en la marca o,
sobre todo, en un producto de calidad existente.
La segunda forma de entrada de la
“competencia”, en este mismo caso de productos de lujo, seria el de imitaciones
baratas, (incluso que pueden costar tan sólo un 1% de su precio). En este caso,
se mantiene el nombre copiado, (Rolex), la forma exacta, la presentación y
packaging exacta, con lo que el comprador puede decir que ha comprado un Rolex
auténtico de cara a la galería. Esto es absolutamente ilegal, y está
perseguido legalmente, pero hay una toda boyante industria paralela con las
marcas de lujo. (Rolex, Cartier, Loewe, Louis Vuitton, Chanel, Gucci…). Por
supuesto, lo que no es exacto, a pesar de su aparente idéntico aspecto
exterior, es la calidad. En muchos casos el producto imitado vale incluso sólo
un 1% del original, como en relojes tales como IWC, Tag Heuer, Patek Philippe…
Por tanto, ya hemos visto que el marketing
basado en el producto corresponde a casos bastante concretos, y
respecto a la competencia no existe una respuesta tan inmediata y clara como en
otros casos, como el del precio.
Raramente veremos en televisión
anunciarse marcas de relojes de lujo como Breitling, IWC, Zenith, Tag Heuer, o
Panerai, por su elevado precio y su orientación a un público muy restringido.
No obstante, sí que puedes ver estas marcas anunciadas en prensa, sobre todo
especializada y dirigida a sectores concretos, como publicaciones para
propietarios de yates, revistas de equitación y revistas internas de marcas de
coches de prestigio, por citar unos ejemplos, dado que son lugares en los que
esta publicidad seleccionada puede atraer nuevos clientes, manteniendo el aura
de prestigio.
En cuanto a la distribución, en
este caso ha de ser mediante canales exclusivos, tales comos las propias
tiendas o puntos de venta de la marca, o bien con stands de lujo en zonas
comerciales. El proveedor decide en qué tipo de canales o empresas
distribuidoras ha de vender sus productos, utilizándose este tipo de estrategia
para aumentar la imagen del producto o la marca, además de permitir un mayor
margen de beneficio al distribuidor seleccionado. Algunos productos de tipo
cosmético, por citar un ejemplo, se venden exclusivamente en farmacias, lo cual
les proporciona teóricamente un valor añadido de prestigio, y al proveedor y
distribuidor (la farmacia en este caso) le permite la fijación de un precio
superior, por ser el único lugar de compra del mismo. No obstante, la
distribución exclusiva ha de observar cuidadosamente el cumplimiento de las
leyes sobre prácticas restrictivas de la competencia.
Además de lo comentado, un
elemento fuertemente diferenciador para las marcas consistirá en los servicios
que puedan acompañar al producto. Estos servicios irán desde la propia
logística de entrega del producto, generalmente de forma personalizada, hasta
la forma de prestar la garantía, ya que puede complementarse la garantía
obligatoria por ley con añadidos derivados de la calidad del producto especial.
En estos productos cobra especial
importancia el packaging, muy lujoso y superior a lo habitual, y las
atenciones especiales en las garantías y reparaciones, como pueden ser el ir a
recoger el producto a la casa del cliente, y entregárselo de nuevo en
su casa una vez revisado o reparado.
Como resumen del marketing de
productos de lujo o exclusividad, que son uno de los casos más claros de
marketing basado en el producto, podemos considerar los detalles
diferenciadores siguientes.
En las marcas de tipo general se
vende un producto por sus funcionalidades o por sus aportaciones al usuario,
mientras que en una marca exclusiva se vende por razones diferentes como el
hecho de que el cliente se sienta único, o perteneciente a un determinado grupo
de personas con capacidad para disfrutar de esa marca. Ese sentimiento no se
vende, se adquiere por el comprador, que paga con gusto esos precios. La
funcionalidad del producto pasa a un segundo plano, a pesar de ser mejor, por
la idea del comprador de que tiene algo que desea, que lo tienen pocas personas,
que tiene alta calidad y que a lo mejor ha estado soñando con ello largo tiempo
antes de tenerlo.
Mientras en empresas normales
existe la lucha por la relación calidad/precio, en las marcas de lujo no se
habla del precio en sí mismo, sino del valor de la marca. En este caso se busca
estatus, prestigio, exclusividad o distinción, por lo que se acepta que vale
mucho y se paga por ello.
En el apartado de la
distribución, como hemos apuntado antes, frente a las marcas normales que
buscan gran cobertura de mercado, en muchos puntos de venta, en las marcas de
lujo se busca el colocar una tienda en la calle más cara de la ciudad,
así como boutiques de alta gama para distribuirlas, muy bien emplazadas.
La exclusividad de la marca exige una exclusividad del vendedor.
Para terminar, si consideramos la
comunicación, ya hemos apuntado que las marcas de lujo no usan medios masivos
aportando detalles sobre las cualidades de sus productos. No ha vender, ha de
hacer sentir a las personas la distinción de tener esa marca, y los lugares de
promoción más habituales son las revistas especializadas, aunque recientemente
está tomando gran importancia Internet y las Redes Sociales, ya que casi el 80%
de potenciales compradores de lujo las consultan. Siempre manteniendo el espíritu
elitista de la marca. No se trata de aumentar el número de clientes, sino de aumentar
el número de clientes que puedan ser fieles a la marca, para lo cual la publicidad
más adecuada ha de reforzar esa imagen de marca y esa trayectoria continua que
nos hace sentir diferentes por pertenecer al club de la marca.
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